Santiago Niño Becerra

MOLLY MALONE

Capitalbolsa | 23 nov, 2010 10:10

Existe una ley, desde la noche de los tiempos, que ha sido formulada de mil maneras distintas y adaptada a más un millón de situaciones, la idea es muy simple: 'El pasado siempre pasa factura'. Curiosamente, en Economía no ha sido muy utilizada, posiblemente por aquel principio de que hay que mirar para adelante, lo que es cierto, pero el pasado muestra facetas que pueden ayudar, muy mucho, a entender el presente y a prepararnos un poco mejor para el futuro. Cierto, cierto: la crisis sistémica que hemos comenzado va a hacer varias bastantes concepciones, pero las cosas del pasado seguirán estando ahí: siempre esperando.

Ya se empieza a hablar abiertamente de 'la crisis del euro'. Una de las características que tienen los humanos es olvidar con pasmosa facilidad el pasado. El euro nació de una situación que ya era crítica: todo el mundo que podía ser admitido en el euro en la primera oleada lo fue, lo fue porque era políticamente necesario que lo fuese: ¿hubiese sido creíble una zona euro limitada al área del marco?; esa fue la razón esgrimida pero, ¿fue la única?.

Entonces no se les denominaba así, pero repasando el pasado allí estaban: ningún miembro de los PIIGS figuraba en las listas que circularon en los meses previos al alumbramiento físico del euro (Italia figuraba en algunas, ya). La P, la primera I y la G eran economías pequeñas, la S era bastante más grande, y entre todas formaban un volumen a considerar, un volumen que ayudaba a formar una masa crítica respetable, una masa que aportaba la ventaja del volumen: cuanto mayor más difícil de atacar; y aportaba otra cosa: la posibilidad de hacer negocios: pingües: bancos-viviendas y oficinas-consumo. ¡Huau!. ¿Cómo se iba a desaprovechar esa oportunidad?.

Ya, ya, Irlanda carecía de estructuras bancarias potentes, y la productividad española era ridícula, y Portugal se hallaba superconectada con España, y Grecia era débil, y todos dependían del exterior. A los PIIGS se les dio un crédito a largo plazo (no sólo: si se realiza un análisis a nivel regional aparecerían regiones de países guay cuya presencia en el euro sería bastante cuestionable, pero nadie pensaba entonces a nivel regional), el problema de los créditos es que hay que pagarlos. Ahora el euro está en crisis, y a Frau Merkel se le acusa de querer ser demasiado dura.

Pienso que lo que quiere Alemania es algo que hubiese tenido que haber nacido asociado al euro: si alguien invierte en algo, en lo que sea, debe ser responsable de las consecuencias y de la evolución de su inversión, lo que sucede es que si esa norma se hubiera acompañado a la moneda única los negocios que a su sombra se efectuaron, o no hubiesen podido llevarse a cabo o su volumen hubiera sido bastante más reducido.

Ahora el pasado ya no es posible porque el ayer ya fue. El euro nació como evolución lógica de aquel Tratado de Roma que buscó la paz a través de los negocios -¿o fue al revés?-, cuando la situación estuvo madura para ello llegó la moneda única de la que todos tenían que ser padres, o madres, tanto da, a fin de ganar credibilidad (ya: antes he dicho 'masa crítica': ¿hay diferencia?), pero el tiempo ha acabado poniendo las cosas en su sitio: no todos eran padres de verdad, y cuando la euforia ha pasado, cuando las luces se han encendido, los diferentes ambientes del salón se han puesto de manifiesto: todo el salón está raído y es anticuado, pero unas zonas se hallan más mugrientas que otras.

Los Men in Black ya están en Dublín. Tal vez pasen por delante de la estatua de Molly Malone y vayan a tomarse una Guinness a algún pub de Nassau St. antes de poner ante el Gobierno irlandés los papeles del plan de ajuste que van a tener que firmar. ¿Cómo se reduce un déficit equivalente al 32% del PIB?. ¿Cómo se explica a una población que lleva desde el siglo XII colonizada de una u otra manera que les esperan décadas de penurias para pagar el falso bienestar que han disfrutado en los últimos diez años?.

Ya, la crisis afecta a todos: es sistémica, es postglobal, pero a algunos les afectará más que a los demás, como siempre sucede. Entre los fondos inyectados por el Estado en unas entidades financieras con existencia asistida, los recortes presupuestarios ya efectuados y los que se efectuarán, las ayudas que van a recibir de la UE y del FMI, los activos con valor cero que el Estado ha adquirido, los avales, y los varios, cada irlandesa y cada irlandés van a deber o a no percibir jamás 115.000 euros, y sí: los bebés que ahora están naciendo en el St. James's Hospital, también los deberán.

La pregunta que hoy muchas irlandesas y muchos irlandeses se están haciendo: '¿Valió la pena?', ¿valió la pena meterse en esta historia para tener una casa que ahora no pueden pagar, para tener un centro comercial en el que nada pueden comprar porque su empleo ya no existe o peligrará, para tener unas calles recién pavimentadas con baldosas de diseño que nadie, cuando se rompan, va a poder reparar?. Esas irlandesas, esos irlandeses, se preguntan porqué se metieron en aquello, porque tienen que dar dinero a unos bancos que ya nada les dan. Ya: no saben Economía, pero ¿cómo se le explica todo eso a aquella camarera tan risueña que me atendió en el Flanagan's Steakhouse de Ballina?.

Molly Malone, la canción: parece la historia de esta historia:

In Dublin's Fair City

Where the girls are so pretty

I first set my eyes on sweet Molly Malone.

She died of a fever

And no one could save her

And that was the end of sweet Molly Malone.

Lo peor de todo es que ni Irlanda ni nadie tenía alternativa: álguienes, quienes haces posible que el PIB sea generado, decidieron por todos y la evolución de las cosas hizo lo demás. Ya, eso lo entendemos nosotros que entendemos de todo, pero, ¿y los demás?.

Santiago Niño-Becerra. Catedrático de Estructura Económica. Facultad de Economía IQS. Universidad Ramon Llull.

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