Carlos Montero

Alemania ha vuelto a imponer su aislada y desnutrida tradición académica

Capitalbolsa | 28 feb, 2015 08:06
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La Europa alemana se impone de nuevo. Esta fue la sentencia más pronunciada por los analistas políticos y económicos que han seguido las negociaciones con Grecia. El nuevo gobierno griego terminó cediendo a las exigencias germanas, y finalmente tendrá que desdecirse prácticamente de todas las medidas prometidas en la campaña electoral.
Todo ello para alcanzar una prórroga del rescate financiero de cuatro meses. ¿Podría haber hecho Grecia otra cosa? No. ¿Podrían Alemania y Europa haber adoptado otra política con el país heleno? Evidentemente sí, aunque la historia les avocaba a ese camino compartido. El economista Tony Yates realiza una interesante reflexión sobre este hecho.
El punto de partida es la observación del punto de vista Anglo-Americano-Europeo en política monetaria y fiscal. Lo que necesita Grecia en estos momentos es una política fuertemente expansiva y una quita de su deuda, no un superávit primario como le ha exigido esta Europa germanizada.
Los trabajos monetarios y financieros más reputados en Alemania son aquellos elaborados por altos académicos propios, o con los que han tenido influencia. La academia estadounidense tiene poca relevancia en Alemania. Como resultados de esto el nuevo keynesianismo no ha arraigado en el país. Su política económica permanece inalterable.
Hay dos ideas importantes que no han calado. Una de ellas era la subversión de la antigua supremacía de los objetivos monetarios como ancla nominal, y la vigilancia del crecimiento del dinero como medio para alcanzarlos. La fijación de objetivos de inflación y atención a la regulación de los tipos de interés para conseguirlos.
Esta nueva idea keynesiana es un anatema para el Buba y los alemanes del BCE. Se puede comprobar esto con la prevalencia del "pilar monetario" en el viejo marco de la era Issing, y en la negativa a llamar a las metas de inflación un "objetivo". Algunos críticos justifican en este hecho la relativamente lenta respuesta del BCE cuando se inició la crisis financiera.
La segunda idea que no ha calado ha sido el uso de la política fiscal contra cíclica. Se pudo ver en el Pacto de Estabilidad y Crecimiento, y en las negociaciones en 2010 y hoy en día con Grecia, donde los beneficios de la política fiscal contra-cíclica no son apreciados por los representantes alemanes.
La posición negociadora alemana es simplemente producto de su aislada tradición académica desnutrida e impermeable al pensamiento moderno. Una política monetaria y fiscal desfasada y que ha demostrado una y otra vez no se adapta a las crisis actuales, pero que aun así, sigue imponiendo.
La larga tradición alemana no nos permite ser optimistas con que esto vaya a cambiar en un futuro, a menos que la próxima crisis y las inútiles medidas para solucionarla las sufran ellos. Pero esto no es probable.

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