BBVA Research eleva previsión de crecimiento en España al 1,3% en 2014
Los analistas de BBVA Research han elevado sus previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto para España al alza, hasta el 1,3% en 2014 y el 2,3% en 2015, tras la materialización del sesgo positivo adelantado hace tres meses.
El efecto acumulado de estas revisiones
implica que en 2015 el PIB será más de medio punto porcentual mayor que el esperado en mayo. Esta
mejora en el escenario para la economía española se explica por varios factores, tanto externos como
domésticos.
En primer lugar, aunque los datos han confirmado las estimaciones de crecimiento
del PIB en tiempo real que BBVA Research ha venido actualizando a lo largo del segundo trimestre,
este crecimiento ha estado ligeramente por encima de la previsión realizada hace tres meses. Por un
lado, la mejora de los fundamentales relevantes para la toma de decisiones de gasto de familias y
empresas ha sido mayor de la que se preveía. Prueba de ello es el buen desempeño que se ha observado
en los mercados financieros o la reducción de la incertidumbre que se refleja en las distintas
encuestas de confianza. Asimismo, ciertos impulsos fiscales al consumo de bienes duraderos se han
extendido en el tiempo. Más importante aún, este mayor dinamismo se ha producido al mismo tiempo que
continúa el esfuerzo de reducción del déficit público, que mantiene su mejoría y que, con una
probabilidad elevada, se situará a final de año en el objetivo previsto. Finalmente, y después de un
período de volatilidad, las exportaciones han vuelto al crecimiento. Todo lo anterior permitió que
durante el segundo trimestre del año la economía volviera a presentar una aceleración de su
crecimiento hasta el 0,6% frente al trimestre anterior.
Estas tendencias parecen estar
manteniéndose durante el tercer trimestre del año, por lo que se estima que el crecimiento
continuaría alrededor del registrado durante el segundo. Si el progreso de los indicadores
observados en julio se consolida, el crecimiento se situará entre el 0,5% y el 0,6% durante el
tercer trimestre. En términos de la tasa anualizada, el crecimiento del PIB se estaría acercando ya
al 2,5%, de manera que la recuperación adquiere una velocidad que ayuda a una más rápida absorción
de los importantes desequilibrios que todavía muestra la economía española.
En segundo lugar, se
espera que las exportaciones vuelvan a crecer de forma sostenida y constante después de un período
de volatilidad. Por un lado, los problemas de demanda durante el último año deberían disiparse
gradualmente, conforme se produzca un crecimiento generalizado en economías desarrolladas y
emergentes. Por otro lado, el incremento que se ha venido observando en la inversión en maquinaria y
equipo (12,3% durante los últimos cinco trimestres) apunta a que la capacidad instalada en el sector
externo está aumentando y podría hacer frente a la aceleración del crecimiento mundial. Finalmente,
se espera que durante los próximos trimestres se registre una depreciación del euro como
consecuencia de los diferenciales de crecimiento y tipos de interés que se consolidarán entre Europa
y algunas economías desarrolladas, como EE.UU. y Reino Unido.
En tercer lugar, las políticas
adoptadas por el Banco Central Europeo deberían facilitar la reducción de los tipos de interés que
enfrentan familias y empresas, así como incrementar el crédito, sobre todo a partir del próximo año.
El BCE ha anunciado medidas que harán que la política monetaria sea más laxa de lo que se esperaba
hace tres meses y que, de acuerdo con las estimaciones de BBVA Research, podrían incrementar el
nivel de crédito de la economía española a medio plazo alrededor de 50 mil millones de euros
respecto a un escenario en el que dichas políticas no se hubiesen implementado. Lo anterior debería
apoyar un entorno donde ya se percibe una recuperación de los nuevos flujos de crédito, sobre todo
en los sectores minoristas (hogares y préstamos a empresas por debajo del millón de euros), cuya
tendencia subyacente creció en junio cerca del 8% en términos interanuales. Esto no impedirá que el
necesario proceso de desapalancamiento de algunos sectores y agentes continúe.
Finalmente, la
política fiscal en 2015 también será algo menos contractiva de lo que se esperaba. El Gobierno ha
anunciado una reforma impositiva que incluye una disminución de la carga sobre familias y empresas
durante los próximos dos años. La recuperación de la economía ha permitido que la recaudación
mejore, pero también que algunos gastos vayan reduciendo su peso relativo en el PIB. Como
consecuencia, se prevé que el cumplimiento del objetivo de déficit a finales de 2014 y el mayor
dinamismo de la actividad permitan absorber una parte de la reducción de la carga impositiva en
2015, que a su vez incrementará el PIB de ese año en torno a dos décimas.
Los riesgos a este
escenario son varios. En el ámbito internacional, la prolongación del estancamiento en algunas
economías desarrolladas, junto con niveles de endeudamiento elevados y el agotamiento del espacio
para implementar políticas fiscales y monetarias expansivas sería una combinación peligrosa.
Asimismo, diversos eventos de carácter geopolítico amenazan con incrementar la incertidumbre, a
pesar de que hasta ahora su impacto sobre la economía real y el sector financiero ha sido reducido.
Finalmente, Europa continuará andando el camino hacia la unión bancaria y el BCE enfrenta la
evaluación de los activos de la banca buscando credibilidad, al mismo tiempo que asegura la
estabilidad del sistema financiero europeo.
A nivel doméstico, el deterioro de la cuenta
corriente es preocupante, dada la necesidad de continuar con el proceso de desapalancamiento
respecto al resto del mundo. A este respecto, se espera que la mayor sensibilidad que han mostrado
las importaciones a la demanda interna sea temporal, en parte por el agotamiento del impacto de
incentivos fiscales a la compra de automóviles. En segundo lugar, el propio crecimiento de algunos
de los componentes de la demanda interna debería moderarse. Por ejemplo, una parte del aumento del
consumo privado se debe a la reducción de la incertidumbre y a la disminución del ahorro y, por lo
tanto, es transitorio. En todo caso, aunque la evidencia apunta a que durante la crisis se ha
observado un proceso de sustitución de importaciones, no puede descartarse una vuelta a paradigmas
previos a la crisis. Finalmente, existe el riesgo de que la desaceleración de las exportaciones de
bienes se deba a factores de oferta.
De la misma manera, aunque la reforma fiscal introduce
avances en distintos ámbitos, incluye medidas que pueden ralentizar la disminución del endeudamiento
con el resto del mundo. Por ejemplo, resulta particularmente positiva la redistribución de la carga
impositiva, al reducir la directa respecto a la indirecta. Asimismo, se avanza en la simplicidad y
neutralidad del sistema, al mismo tiempo que se amplían las bases y se reducen los tipos
impositivos. Sin embargo, también es cierto que el progreso podría ser superior en estos ámbitos,
como lo demuestra la comparación de la reforma aprobada con las recomendaciones que se han hecho
desde la comisión de expertos o desde distintas instituciones. En particular, la reforma no
incorpora algunas medidas que podrían maximizar los efectos sobre el crecimiento a medio y largo
plazo, e incluye otras que pueden ralentizar el proceso de desapalancamiento de la economía. Por un
lado, aunque a corto plazo el mayor crecimiento del PIB hace más probable el cumplimiento de los
objetivos de déficit, a medio plazo harán falta más medidas para lograr una reducción significativa
de la deuda pública. Al no contemplar subidas impositivas que compensen la caída estructural
esperada de la recaudación, el desapalancamiento de las AA. PP. se retrasa y genera incertidumbre.
Asimismo, en términos de creación de empleo y crecimiento sigue siendo necesaria una redistribución
de la carga fiscal desde las cotizaciones sociales a la imposición indirecta. Al dejar esta última
constante y, al mismo tiempo, aumentar el ingreso disponible de las familias, parte del impulso
tenderá a favorecer el crecimiento de las importaciones, lo que dificulta el necesario cambio de
modelo productivo en la economía española. En cambio, la alternativa de reducir las contribuciones
empresariales a la Seguridad Social hubiera favorecido la creación de más empleo y la reducción de
los costes laborales de los empleadores, lo que les permitiría absorber la subida de la imposición
directa y mejoraría su competitividad respecto a sus competidores externos.
Como se ha repetido
en ediciones anteriores de esta publicación, es indispensable continuar adoptando reformas
ambiciosas que mejoren el funcionamiento de la economía. Pese a la mejora de la coyuntura del
mercado de trabajo, persisten desequilibrios notables. Por ello, se valora positivamente la puesta
en marcha del Sistema Nacional de Garantía Juvenil que tiene por finalidad que los menores de 25
años no ocupados ni integrados en los sistemas de educación o formación puedan recibir una oferta de
empleo, educación, formación de aprendiz o prácticas tras acabar la educación formal o quedar
desempleados. Sin embargo, la insuficiencia de fondos destinados al programa y las dificultades de
inserción laboral inherentes al colectivo de jóvenes -sobre todo, de aquellos con escaso nivel
formativo- podrían limitar el alcance de la Garantía Juvenil.
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