BBVA Research eleva previsión de crecimiento en España al 1,3% en 2014

Capitalbolsa | 05 ago, 2014 13:34

Los analistas de BBVA Research han elevado sus previsiones de crecimiento del Producto Interior Bruto para España al alza, hasta el 1,3% en 2014 y el 2,3% en 2015, tras la materialización del sesgo positivo adelantado hace tres meses.

El efecto acumulado de estas revisiones implica que en 2015 el PIB será más de medio punto porcentual mayor que el esperado en mayo. Esta mejora en el escenario para la economía española se explica por varios factores, tanto externos como domésticos.
En primer lugar, aunque los datos han confirmado las estimaciones de crecimiento del PIB en tiempo real que BBVA Research ha venido actualizando a lo largo del segundo trimestre, este crecimiento ha estado ligeramente por encima de la previsión realizada hace tres meses. Por un lado, la mejora de los fundamentales relevantes para la toma de decisiones de gasto de familias y empresas ha sido mayor de la que se preveía. Prueba de ello es el buen desempeño que se ha observado en los mercados financieros o la reducción de la incertidumbre que se refleja en las distintas encuestas de confianza. Asimismo, ciertos impulsos fiscales al consumo de bienes duraderos se han extendido en el tiempo. Más importante aún, este mayor dinamismo se ha producido al mismo tiempo que continúa el esfuerzo de reducción del déficit público, que mantiene su mejoría y que, con una probabilidad elevada, se situará a final de año en el objetivo previsto. Finalmente, y después de un período de volatilidad, las exportaciones han vuelto al crecimiento. Todo lo anterior permitió que durante el segundo trimestre del año la economía volviera a presentar una aceleración de su crecimiento hasta el 0,6% frente al trimestre anterior.
Estas tendencias parecen estar manteniéndose durante el tercer trimestre del año, por lo que se estima que el crecimiento continuaría alrededor del registrado durante el segundo. Si el progreso de los indicadores observados en julio se consolida, el crecimiento se situará entre el 0,5% y el 0,6% durante el tercer trimestre. En términos de la tasa anualizada, el crecimiento del PIB se estaría acercando ya al 2,5%, de manera que la recuperación adquiere una velocidad que ayuda a una más rápida absorción de los importantes desequilibrios que todavía muestra la economía española.
En segundo lugar, se espera que las exportaciones vuelvan a crecer de forma sostenida y constante después de un período de volatilidad. Por un lado, los problemas de demanda durante el último año deberían disiparse gradualmente, conforme se produzca un crecimiento generalizado en economías desarrolladas y emergentes. Por otro lado, el incremento que se ha venido observando en la inversión en maquinaria y equipo (12,3% durante los últimos cinco trimestres) apunta a que la capacidad instalada en el sector externo está aumentando y podría hacer frente a la aceleración del crecimiento mundial. Finalmente, se espera que durante los próximos trimestres se registre una depreciación del euro como consecuencia de los diferenciales de crecimiento y tipos de interés que se consolidarán entre Europa y algunas economías desarrolladas, como EE.UU. y Reino Unido.
En tercer lugar, las políticas adoptadas por el Banco Central Europeo deberían facilitar la reducción de los tipos de interés que enfrentan familias y empresas, así como incrementar el crédito, sobre todo a partir del próximo año. El BCE ha anunciado medidas que harán que la política monetaria sea más laxa de lo que se esperaba hace tres meses y que, de acuerdo con las estimaciones de BBVA Research, podrían incrementar el nivel de crédito de la economía española a medio plazo alrededor de 50 mil millones de euros respecto a un escenario en el que dichas políticas no se hubiesen implementado. Lo anterior debería apoyar un entorno donde ya se percibe una recuperación de los nuevos flujos de crédito, sobre todo en los sectores minoristas (hogares y préstamos a empresas por debajo del millón de euros), cuya tendencia subyacente creció en junio cerca del 8% en términos interanuales. Esto no impedirá que el necesario proceso de desapalancamiento de algunos sectores y agentes continúe.
Finalmente, la política fiscal en 2015 también será algo menos contractiva de lo que se esperaba. El Gobierno ha anunciado una reforma impositiva que incluye una disminución de la carga sobre familias y empresas durante los próximos dos años. La recuperación de la economía ha permitido que la recaudación mejore, pero también que algunos gastos vayan reduciendo su peso relativo en el PIB. Como consecuencia, se prevé que el cumplimiento del objetivo de déficit a finales de 2014 y el mayor dinamismo de la actividad permitan absorber una parte de la reducción de la carga impositiva en 2015, que a su vez incrementará el PIB de ese año en torno a dos décimas.
Los riesgos a este escenario son varios. En el ámbito internacional, la prolongación del estancamiento en algunas economías desarrolladas, junto con niveles de endeudamiento elevados y el agotamiento del espacio para implementar políticas fiscales y monetarias expansivas sería una combinación peligrosa. Asimismo, diversos eventos de carácter geopolítico amenazan con incrementar la incertidumbre, a pesar de que hasta ahora su impacto sobre la economía real y el sector financiero ha sido reducido. Finalmente, Europa continuará andando el camino hacia la unión bancaria y el BCE enfrenta la evaluación de los activos de la banca buscando credibilidad, al mismo tiempo que asegura la estabilidad del sistema financiero europeo.
A nivel doméstico, el deterioro de la cuenta corriente es preocupante, dada la necesidad de continuar con el proceso de desapalancamiento respecto al resto del mundo. A este respecto, se espera que la mayor sensibilidad que han mostrado las importaciones a la demanda interna sea temporal, en parte por el agotamiento del impacto de incentivos fiscales a la compra de automóviles. En segundo lugar, el propio crecimiento de algunos de los componentes de la demanda interna debería moderarse. Por ejemplo, una parte del aumento del consumo privado se debe a la reducción de la incertidumbre y a la disminución del ahorro y, por lo tanto, es transitorio. En todo caso, aunque la evidencia apunta a que durante la crisis se ha observado un proceso de sustitución de importaciones, no puede descartarse una vuelta a paradigmas previos a la crisis. Finalmente, existe el riesgo de que la desaceleración de las exportaciones de bienes se deba a factores de oferta.
De la misma manera, aunque la reforma fiscal introduce avances en distintos ámbitos, incluye medidas que pueden ralentizar la disminución del endeudamiento con el resto del mundo. Por ejemplo, resulta particularmente positiva la redistribución de la carga impositiva, al reducir la directa respecto a la indirecta. Asimismo, se avanza en la simplicidad y neutralidad del sistema, al mismo tiempo que se amplían las bases y se reducen los tipos impositivos. Sin embargo, también es cierto que el progreso podría ser superior en estos ámbitos, como lo demuestra la comparación de la reforma aprobada con las recomendaciones que se han hecho desde la comisión de expertos o desde distintas instituciones. En particular, la reforma no incorpora algunas medidas que podrían maximizar los efectos sobre el crecimiento a medio y largo plazo, e incluye otras que pueden ralentizar el proceso de desapalancamiento de la economía. Por un lado, aunque a corto plazo el mayor crecimiento del PIB hace más probable el cumplimiento de los objetivos de déficit, a medio plazo harán falta más medidas para lograr una reducción significativa de la deuda pública. Al no contemplar subidas impositivas que compensen la caída estructural esperada de la recaudación, el desapalancamiento de las AA. PP. se retrasa y genera incertidumbre. Asimismo, en términos de creación de empleo y crecimiento sigue siendo necesaria una redistribución de la carga fiscal desde las cotizaciones sociales a la imposición indirecta. Al dejar esta última constante y, al mismo tiempo, aumentar el ingreso disponible de las familias, parte del impulso tenderá a favorecer el crecimiento de las importaciones, lo que dificulta el necesario cambio de modelo productivo en la economía española. En cambio, la alternativa de reducir las contribuciones empresariales a la Seguridad Social hubiera favorecido la creación de más empleo y la reducción de los costes laborales de los empleadores, lo que les permitiría absorber la subida de la imposición directa y mejoraría su competitividad respecto a sus competidores externos.
Como se ha repetido en ediciones anteriores de esta publicación, es indispensable continuar adoptando reformas ambiciosas que mejoren el funcionamiento de la economía. Pese a la mejora de la coyuntura del mercado de trabajo, persisten desequilibrios notables. Por ello, se valora positivamente la puesta en marcha del Sistema Nacional de Garantía Juvenil que tiene por finalidad que los menores de 25 años no ocupados ni integrados en los sistemas de educación o formación puedan recibir una oferta de empleo, educación, formación de aprendiz o prácticas tras acabar la educación formal o quedar desempleados. Sin embargo, la insuficiencia de fondos destinados al programa y las dificultades de inserción laboral inherentes al colectivo de jóvenes -sobre todo, de aquellos con escaso nivel formativo- podrían limitar el alcance de la Garantía Juvenil.

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