Jeroen Dijsselbloem, presidente del Eurogrupo
"Honestamente, no sabemos cómo están los bancos europeos"
Es España. Se trata de España. Siempre fue España: Grecia, Portugal e Irlanda son países pequeños; a escala continental, Chipre es minúsculo. Los verdaderos problemas del euro, incluida una gestión de la crisis lamentable en muchos momentos, pasan por España.
El presidente del Eurogrupo, Jeroen
Dijsselbloem (Eindhoven, 1966), se permite un punto de sinceridad cuando se refiere a Atenas,
Dublín, Lisboa o Nicosia, y es capaz de convertirse en un Atila benevolente (la severidad de un
holandés combinada con una pátina socialdemócrata) con los grandes temas: la crisis del euro, la
unión bancaria, la recuperación continental, esas cosas. Pero mide hasta la última sílaba su
análisis sobre España en una entrevista con EL PAÍS y otros cuatro diarios europeos, en la que no
descarta nada. Frente al diagnóstico optimista de Madrid, Dijsselbloem sombrea un perfil económico
cargado de matices. "El programa de ayuda a la banca está yendo bien, pese a que la recesión y la
morosidad pueden provocar más pérdidas. Habrá que ver si los bancos españoles necesitan más
capital".
"Habrá que esperar y ver", enfatiza. Esa es la clave de los próximos tiempos: qué
hacer si la banca necesita más dinero público.
El Gobierno español habla de solo 2.000
millones de necesidades de capital; el mercado las eleva hasta 30.000, de los que harían falta unos
10.000 de dinero público, según Barclays. Esa cifra es asumible para el fondo de reestructuración
español y el Tesoro. Aun así, varias instituciones europeas apuestan por prorrogar el rescate para
que sirva como red de seguridad, a la vista de que España es uno de los eslabones más débiles de la
crisis europea, y de que el tempo es complicado: la ayuda expira en enero, habrá dos exámenes a la
banca europea en la primera mitad de 2014 y la recapitalización directa solo estará lista a final de
año. Se trata de una cuestión, pura y llanamente, de coste político: pedir esa extensión (no digamos
dinero europeo contante y sonante) supondría un desgaste enorme; además, Berlín y compañía han hecho
todo lo posible por que las capitales solo se planteen acudir a mecanismos europeos como última
opción, si no hay más remedio.
Pero la incertidumbre no solo se cierne sobre España.
"Honestamente, no sabemos cómo está la banca europea", dice con franqueza Dijsselbloem, bautizado
Jeroen René Victor Anton, nada menos. "No sabemos cuáles son las necesidades de capital de las
entidades; ni los banqueros centrales ni los ministros nos dan una imagen muy clara de la
situación", prosigue. Y remacha: "Lo único que sí sabemos es que las pruebas de esfuerzo pasadas no
funcionaron, y que el BCE es muy consciente de que si no hace bien el examen perderá credibilidad".
En otras palabras: no sabemos cómo están los bancos, pero cabe esperar que el BCE sea duro.
Eso dejaría nuevas necesidades de capital en España, pero sobre todo en Alemania, Francia, Holanda e
Italia, según fuentes comunitarias. Por ese motivo, incluso en el caso de que España salga mejor
parada que otros, varias instituciones europeas apuestan por que el Gobierno prorrogue el rescate,
que expira en enero. El presidente del Eurogrupo torea esa cuestión con la elegancia "y la
ambigüedad" que ofrecen los verbos conjugados en condicional: "El Gobierno español no está pidiendo
la extensión. Y el programa va por buen camino. Si no hay demanda por parte de Madrid, el rescate
podría cerrarse".
Quienes le conocen describen a Dijsselbloem con una contradicción: como un
calvinista bon vivant. Las paradojas con respecto al presidente del Eurogrupo no han dejado de
aumentar desde su acceso al cargo, en enero y por expreso deseo de Alemania, que ahora parece
haberle retirado su apoyo. Empezó siendo brutalmente sincero (dijo que el rescate a Chipre, en el
que los acreedores y clientes de los bancos pagaron parte de la factura, iba a servir como modelo,
lo que le granjeó un alud de críticas pese a que dio en el clavo), pero tras algún golpe se ha
vuelto más precavido. A lo largo de la charla, por ejemplo, deja entrever que los socios harán lo
necesario para que el final del rescate en Irlanda y Portugal sea un éxito, pero no aclara la
solución final: "Es prematuro decir si Lisboa, por ejemplo, puede dejar el programa. Una línea de
crédito precautorio por parte del mecanismo de rescate es una opción, pero aún es pronto. Algún tipo
de programa preventivo es posible en caso necesario".
Tampoco cierra puertas con Grecia.
Preguntado sobre si está sobre la mesa una reestructuración de deuda, contesta que solo cabe
esperar: "En primavera veremos cómo está Grecia, si las cifras van en la línea de lo previsto o
peor, si son necesarias más medidas. No quiero especular: puedo entender que en Grecia sea atractiva
una quita, pero a la vez ese no parece el mejor camino para recuperar la independencia financiera:
no hay salida fácil".
Dijsselbloem va y vuelve sobre los países rescatados, sobre la salida
de la crisis ("la recuperación está tardando más de lo que esperábamos, pero Europa tiene potencial;
saldrá de esta"), y acerca del sistema financiero. Se sospecha que la unión bancaria arrastra los
pies: incumple los calendarios y no vuela lo necesario para romper ese cordón umbilical que vincula
los balances de los bancos con la deuda pública. La última demostración de esa falta de ambición es
el mecanismo de recapitalización directa acordado y el mecanismo de resolución de bancos propuesto
por Bruselas: Dijsselbloem cuestiona que sea la Comisión quien deba apretar al último botón para
liquidar bancos, y concede que la recapitalización directa con efectos retroactivos "no tiene apoyos
políticos".
"El camino está claro. Hasta ahora, cuando había un agujero en la banca, el
debate era ¿quién paga la cuenta, el contribuyente nacional o el europeo? Eso ha cambiado: lo
problemas son, en primer lugar, responsabilidad del propio banco; la segunda línea es la
intervención de los Estados, pero para eso tienen que pagar antes accionistas, acreedores y
depositantes con más de 100.000 euros. Por último, si los Estados no tienen dinero, está el
mecanismo de rescate europeo". Apenas hay, de momento, 60.000 millones para eso. "La cifra pactada
es un mensaje político: hay fondos europeos para los problemas, pero solo como último recurso".
Dijsselbloem reniega de la división Norte-Sur de la crisis. Asegura que hacen falta las
mismas cosas en Holanda que en España, salvando las distancias; que Alemania "también debe hacer los
deberes". Para el líder del Eurogrupo, las reformas están en camino, la economía y la banca irán
mejorando poco a poco; la niebla irá disipándose. Los potenciales problemas son otros: "El mayor
riesgo de Europa es la inestabilidad política. Cada vez que hay inestabilidad política se paralizan
las reformas: lo hemos visto en Grecia, en Portugal, en Italia". ¿El caso Bárcenas puede afectar a
la estabilidad europea? "No sé mucho al respecto. Lo que leo en los diarios. Punto y
aparte".
Claudi Pérez
El
Pais
Principales brokers
Brokers | Regulación | Spread EUR/USD | Depósito mínimo | |
---|---|---|---|---|
No hay brokers para mostrar |