José Agustín López Selfa

Entendiendo al Ibex

Capitalbolsa | 29 abr, 2013 11:17

Tuve la fortuna de llegar a la Bolsa cuando arrancaba un genuino ciclo alcista, a comienzos de los años ochenta.

No tardé mucho en entender la dinámica de los impulsos alcistas y sus correcciones correspondientes, cinco al alza y tres a la baja, con periodos tan predecibles que podía anticipar el movimiento siguiente cuando todavía no había empezado el actual, la única dificultad estribaba en escoger los valores adecuados y tener paciencia para alcanzar el timing exacto.


Crecí como inversor con la bolsa española y después fui ampliando mi campo de acción, hoy, después de 30 años, cuando miro atrás llego a una conclusión sorprendente, el Ibex, a pesar de sus muchas deficiencias, es el índice que mejor ha marcado las ondas de ciclo, supongo que en parte se debe a que ningún banco central ha distorsionando su comportamiento.
Cuando llegué al mercado acababa de producirse el gran suelo de 1.982, y disfrute parte de la primera onda alcista, cinco años, hasta el crack del 87. No fue tan incomprensible como se desprende de su leyenda, era el inicio de ciclo y simplemente subía demasiado rápido.
La onda dos empleó otros cinco años en corregir, una primera onda bajista 87-88, una onda de rebote 88-89, hasta el mismo máximo, y otra bajista hasta 1.992. Nuevamente suelo en año 2.
En este momento se puso en marcha el Ibex como tal y aparecieron sus futuros, hasta entonces se computaba el índice general. Ahí comenzó la onda tres, más de cinco años hasta 1.998. Dicha onda fue la más larga como establece la teoría y escaló del 2.000 al 11.000.
Otra vez una estructura similar, el anterior techo fue en 7 y esta vez en 8, era lógico pues la onda 3 suele emplear más tiempo.
Supuse que la onda cuatro iba a tomarse otros cinco años de corrección más o menos, eso daba un suelo para el 2.002, quizá 2.003. La primera parte descendente, la onda A, fue fulgurante, no me pilló por sorpresa, un murciélago construido con un doble top en 11.000 me avisó de que la caída sería rápida y profunda y que la recuperación posterior iba a serlo aún más, una prueba de fuego para esta figura, mi aportación al análisis técnico.
En el verano de 1.998 la onda A mandó al Ibex de 11.000 a 6.800 con la excusa de la crisis de la deuda rusa, pero la onda B, provocada por la intervención de Greenspan y la manía tecnológica, comandada por una Telefónica desmelenada y tirando en solitario, catapultó al Ibex hasta los 13.000 a principios del 2.000. No me engañó, sabía que era una onda de rebote, igual que la del 89, pero con unas circunstancias especiales que le habían permitido superar el máximo anterior. Una vez más techos de B similares, finales del 9 antes y principios del 0 ahora.
Efectivamente el mercado se volvió, la cuestión era ¿volvería a ser el suelo en año 2, o se impondría el ciclo de cinco años y sería en el 2.003? La realidad me demostró que la duda era lógica: doble suelo en 2.002 y 2.003 en el nivel 5.400.
La onda restante, la quinta, era totalmente predecible, debían ser otros cinco años y de nuevo techo en 7-8. Y así fue, a finales del 2.007, se produjo el techo definitivo que completaba el ciclo en 16.000. Cinco ondas, a cinco años por onda aproximadamente, 25 años, de 1.982 al 2.007. Había vivido un ciclo alcista casi completo.
¿Y ahora qué? A estas alturas ya no pensaba en Elliott, lo sentía, la conclusión parecía sencilla, si estos 25 años de alzas eran la onda 3 de superciclo, la onda cuatro podía seguir con la dinámica de cinco años. Cinco años para la primera bajada, cinco años de rebote, y otros cinco de bajada hasta el suelo, total quince años de corrección, valía como hipótesis
¿Y el punto de destino? Aquí Elliott supuso algo más que una ayuda, una de sus reglas más fiables establece: una onda 4 tiende alcanzar la parte baja de la onda 4 de grado menor o superarla. Ese punto estaba claro, el 5.400. La perspectiva me desesperó ¿quince años para ir descendiendo hasta el 5.400 o menos? Tuve que aceptarlo y pasarme a la gestión activa.
Los descensos comenzaron lentamente, la situación evolucionaba según lo previsto, pero en septiembre del 2.008 se complicó. La amenaza de quiebra del sistema financiero en su conjunto provocó una caída vertical. En marzo del 2.009 el Ibex se detuvo en 6.700, donde lo había hecho la caída del 98, mucho descenso quedando trece años por delante, pero no era excepcional, ya había sucedido en anteriores ocasiones, la primera corrección solía ser la más rápida, lo había visto en el 87 y el 98. El problema estribaba en que muchos índices, entre ellos el S&P, habían alcanzado la onda cuatro menor en la caída ¿Qué? ¿y ahora? ¿y los trece años que restan? Después de darle muchas vueltas llegue a una desagradable conclusión: cada índice iba a hacer la guerra por su cuenta. Un comportamiento habitual en las ondas cuatro, ya lo había vivido en la onda cuatro menor en el interior del Ibex comprobando que Telefónica podía doblar su precio mientras el Santander o Repsol ni siquiera se movían. La ceremonia de la confusión estaba emergiendo.
Todos los índices iniciaron el rebote a un tiempo, el Ibex en cabeza, pero a los seis meses los movimientos se fueron descompasando, no tardó mucho en comprobarse que mientras los índices principales seguían al alza el Ibex flojeaba. Cuando aquellos subían lo hacía menos, cuando aquellos bajaban lo hacían más. Desistí de entender el comportamiento del S&P por el momento y me centré en el Ibex, él se ceñía a mi planteamiento. La situación se reconducía. El 2.012 debería ser entonces el suelo de la primera onda bajista ¿Llegaría en esos cinco años de bajada al 5.400? Todo parecía indicar que así iba a ser cuando la intervención de Draghi y Bernanke a la limón provocó un suelo prematuro con un último impulso de onda truncado en 5.900, era julio del 2.012. Me costó un mal trade pero me aclaró el escenario. Nuevamente un suelo en 2 como esperaba. Cuatro suelos en 2 en cuatro décadas. Pleno. Había vuelto a funcionar y el Ibex demostraba que es el índice más fiable por denostado que esté.
Detenerse en 5.900 era un factor clave, no había alcanzado el 5.400 y reforzaba la hipótesis: aún no habíamos visto el suelo definitivo, 2.012 era sólo el final de la onda A. El planteamiento sigue hoy su curso, la onda B de rebote debería alargarse entonces hasta el 2.017 aproximadamente, el punto a alcanzar sería alguno de la relación Fibonacci, el 50% es el 10.900, el 61,8% el 12.100. Un lugar de esta franja sería lo más normal.
A partir de los suelos en 2, suele haber un buen año al alza que es corregido por el año 4, en este caso el 2.014, lo hizo en el 84, 94 y 2.004, y los mejores han sido siempre, sin excepción, los 5 y 6, 2.015 y 2.016 podrían ser pues los más alcistas del rebote. Del 2.017 al 2.022 se confeccionaría la onda C que haría suelo como poco en 5.400, quizá bastante menos. Este es el planteamiento a vigilar.
Y ahora la pregunta fundamental, la duda que me asalta a diario ¿qué hace entonces el S&P en máximos históricos? ¿Porqué alcanzó los mínimos de cuatro en el 2.009? ¿Cómo va a evolucionar en los nueve años restantes?
Mi índice matriz es el Ibex, como he explicado, por el simple hecho de que es el que desarrolla el ciclo ortodoxo hasta el momento. A veces una parte pequeña nos hace entender el conjunto. Parto de esta base y soy consciente de que Wall Street, manipulado por la FED, no refleja la realidad, pero también sé que las estructuras gráficas ofrecen siempre explicación, incluso las forzadas, aunque sólo se refrende a posteriori.
La solución existe y es compatible con el desarrollo del Ibex. Para poder ensamblarlos deberíamos esperar que el S&P esté desarrollando una onda cuatro en forma de triángulo abierto con máximos cada vez mayores y mínimos cada vez menores. Si se va confirmando, la onda A habría sido el mínimo del 2.003, la onda B el máximo del 2.007, la onda C el mínimo del 2.009, el máximo de onda D es el que está en curso, sin fecha ni precio cerrado por tanto, y el mínimo de onda E y definitivo se produciría en el 2.022. En ese punto los mercados volverían a acoplarse para reiniciar acompasados un nuevo ciclo alcista.
De los años 3 al 7 se han concentrado estadísticamente las ganancias, mientras que las pérdidas lo han hecho del 8 al 2. A pesar de ello no puede esperarse mucho del periodo actual dado su carácter correctivo. No hay mercados alcistas sin inflación y el rendimiento de los principales bonos en mínimos históricos no ofrece una perspectiva optimista. Si alguien permanece invertido en Bolsa durante toda su vida, sus herederos descubrirán que ha conseguido mantener el poder adquisitivo de su patrimonio y obtener un rendimiento moderado. Si se ha comprado cuando la palabra "pánico" aparece en titulares y vendido cuando lo hace el término "euforia", el sujeto habrá conseguido enriquecerse. A largo plazo renta variable e inflación son railes paralelos de la misma vía.
Al igual que siempre tuve seguridad total en el desarrollo alcista descrito, un ciclo digno de libro de texto, donde pude precisar a veces el día justo de giro, soy consciente que los periodos correctivos son más complejos, especialmente éste donde hay tantos factores de distorsión artificial, y más cuando Wall Street parece estar cerca de su techo con mucho tiempo por delante.A pesar de ello he querido compartir estas reflexiones en las que he empleado un incontable número de horas durante muchos años, pretendiendo que sirvan de complemento a sus propios planteamientos que son los fundamentales. Pase lo que pase ahí fuera, la Bolsa tiene su dinámica propia, su estructura, comprenderla es la clave. No se preocupen demasiado si se equivocan en el corto plazo, este es el mercado más difícil que he vivido, pero también pasará.
Espero que para los que tengan la preparación suficiente estas palabras sean mucho más que una simple lectura.

José Agustín López Selfa
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