José Agustín López Selfa
Entendiendo al Ibex
Tuve la fortuna de llegar a la Bolsa cuando
arrancaba un genuino ciclo alcista, a comienzos de los años ochenta.
No tardé mucho en entender la
dinámica de los impulsos alcistas y sus correcciones correspondientes, cinco al alza y tres a la
baja, con periodos tan predecibles que podía anticipar el movimiento siguiente cuando todavía no
había empezado el actual, la única dificultad estribaba en escoger los valores adecuados y tener
paciencia para alcanzar el timing exacto.
Crecí como inversor con la bolsa española
y después fui ampliando mi campo de acción, hoy, después de 30 años, cuando miro atrás llego a una
conclusión sorprendente, el Ibex, a pesar de sus muchas deficiencias, es el índice que mejor ha
marcado las ondas de ciclo, supongo que en parte se debe a que ningún banco central ha
distorsionando su comportamiento.
Cuando llegué al mercado acababa de producirse el gran
suelo de 1.982, y disfrute parte de la primera onda alcista, cinco años, hasta el crack del 87. No
fue tan incomprensible como se desprende de su leyenda, era el inicio de ciclo y simplemente subía
demasiado rápido.
La onda dos empleó otros cinco años en corregir, una primera onda bajista
87-88, una onda de rebote 88-89, hasta el mismo máximo, y otra bajista hasta 1.992. Nuevamente
suelo en año 2.
En este momento se puso en marcha el Ibex como tal y aparecieron sus
futuros, hasta entonces se computaba el índice general. Ahí comenzó la onda tres, más de cinco años
hasta 1.998. Dicha onda fue la más larga como establece la teoría y escaló del 2.000 al 11.000.
Otra vez una estructura similar, el anterior techo fue en 7 y esta vez en 8, era lógico pues
la onda 3 suele emplear más tiempo.
Supuse que la onda cuatro iba a tomarse otros cinco años
de corrección más o menos, eso daba un suelo para el 2.002, quizá 2.003. La primera parte
descendente, la onda A, fue fulgurante, no me pilló por sorpresa, un murciélago construido con un
doble top en 11.000 me avisó de que la caída sería rápida y profunda y que la recuperación posterior
iba a serlo aún más, una prueba de fuego para esta figura, mi aportación al análisis
técnico.
En el verano de 1.998 la onda A mandó al Ibex de 11.000 a 6.800 con la excusa de la
crisis de la deuda rusa, pero la onda B, provocada por la intervención de Greenspan y la manía
tecnológica, comandada por una Telefónica desmelenada y tirando en solitario, catapultó al Ibex
hasta los 13.000 a principios del 2.000. No me engañó, sabía que era una onda de rebote, igual que
la del 89, pero con unas circunstancias especiales que le habían permitido superar el máximo
anterior. Una vez más techos de B similares, finales del 9 antes y principios del 0
ahora.
Efectivamente el mercado se volvió, la cuestión era ¿volvería a ser el suelo en año
2, o se impondría el ciclo de cinco años y sería en el 2.003? La realidad me demostró que la duda
era lógica: doble suelo en 2.002 y 2.003 en el nivel 5.400.
La onda restante, la quinta, era
totalmente predecible, debían ser otros cinco años y de nuevo techo en 7-8. Y así fue, a finales del
2.007, se produjo el techo definitivo que completaba el ciclo en 16.000. Cinco ondas, a cinco años
por onda aproximadamente, 25 años, de 1.982 al 2.007. Había vivido un ciclo alcista casi completo.
¿Y ahora qué? A estas alturas ya no pensaba en Elliott, lo sentía, la conclusión parecía
sencilla, si estos 25 años de alzas eran la onda 3 de superciclo, la onda cuatro podía seguir con la
dinámica de cinco años. Cinco años para la primera bajada, cinco años de rebote, y otros cinco de
bajada hasta el suelo, total quince años de corrección, valía como hipótesis
¿Y el punto de
destino? Aquí Elliott supuso algo más que una ayuda, una de sus reglas más fiables establece: una
onda 4 tiende alcanzar la parte baja de la onda 4 de grado menor o superarla. Ese punto estaba
claro, el 5.400. La perspectiva me desesperó ¿quince años para ir descendiendo hasta el 5.400 o
menos? Tuve que aceptarlo y pasarme a la gestión activa.
Los descensos comenzaron lentamente,
la situación evolucionaba según lo previsto, pero en septiembre del 2.008 se complicó. La amenaza de
quiebra del sistema financiero en su conjunto provocó una caída vertical. En marzo del 2.009 el Ibex
se detuvo en 6.700, donde lo había hecho la caída del 98, mucho descenso quedando trece años por
delante, pero no era excepcional, ya había sucedido en anteriores ocasiones, la primera corrección
solía ser la más rápida, lo había visto en el 87 y el 98. El problema estribaba en que muchos
índices, entre ellos el S&P, habían alcanzado la onda cuatro menor en la caída ¿Qué? ¿y ahora?
¿y los trece años que restan? Después de darle muchas vueltas llegue a una desagradable conclusión:
cada índice iba a hacer la guerra por su cuenta. Un comportamiento habitual en las ondas cuatro, ya
lo había vivido en la onda cuatro menor en el interior del Ibex comprobando que Telefónica podía
doblar su precio mientras el Santander o Repsol ni siquiera se movían. La ceremonia de la confusión
estaba emergiendo.
Todos los índices iniciaron el rebote a un tiempo, el Ibex en cabeza, pero
a los seis meses los movimientos se fueron descompasando, no tardó mucho en comprobarse que mientras
los índices principales seguían al alza el Ibex flojeaba. Cuando aquellos subían lo hacía menos,
cuando aquellos bajaban lo hacían más. Desistí de entender el comportamiento del S&P por el
momento y me centré en el Ibex, él se ceñía a mi planteamiento. La situación se reconducía. El 2.012
debería ser entonces el suelo de la primera onda bajista ¿Llegaría en esos cinco años de bajada al
5.400? Todo parecía indicar que así iba a ser cuando la intervención de Draghi y Bernanke a la limón
provocó un suelo prematuro con un último impulso de onda truncado en 5.900, era julio del 2.012. Me
costó un mal trade pero me aclaró el escenario. Nuevamente un suelo en 2 como esperaba. Cuatro
suelos en 2 en cuatro décadas. Pleno. Había vuelto a funcionar y el Ibex demostraba que es el índice
más fiable por denostado que esté.
Detenerse en 5.900 era un factor clave, no había
alcanzado el 5.400 y reforzaba la hipótesis: aún no habíamos visto el suelo definitivo, 2.012 era
sólo el final de la onda A. El planteamiento sigue hoy su curso, la onda B de rebote debería
alargarse entonces hasta el 2.017 aproximadamente, el punto a alcanzar sería alguno de la relación
Fibonacci, el 50% es el 10.900, el 61,8% el 12.100. Un lugar de esta franja sería lo más normal.
A partir de los suelos en 2, suele haber un buen año al alza que es corregido por el año 4,
en este caso el 2.014, lo hizo en el 84, 94 y 2.004, y los mejores han sido siempre, sin excepción,
los 5 y 6, 2.015 y 2.016 podrían ser pues los más alcistas del rebote. Del 2.017 al 2.022 se
confeccionaría la onda C que haría suelo como poco en 5.400, quizá bastante menos. Este es el
planteamiento a vigilar.
Y ahora la pregunta fundamental, la duda que me asalta a diario ¿qué
hace entonces el S&P en máximos históricos? ¿Porqué alcanzó los mínimos de cuatro en el 2.009?
¿Cómo va a evolucionar en los nueve años restantes?
Mi índice matriz es el Ibex, como he
explicado, por el simple hecho de que es el que desarrolla el ciclo ortodoxo hasta el momento. A
veces una parte pequeña nos hace entender el conjunto. Parto de esta base y soy consciente de que
Wall Street, manipulado por la FED, no refleja la realidad, pero también sé que las estructuras
gráficas ofrecen siempre explicación, incluso las forzadas, aunque sólo se refrende a
posteriori.
La solución existe y es compatible con el desarrollo del Ibex. Para poder
ensamblarlos deberíamos esperar que el S&P esté desarrollando una onda cuatro en forma de
triángulo abierto con máximos cada vez mayores y mínimos cada vez menores. Si se va confirmando, la
onda A habría sido el mínimo del 2.003, la onda B el máximo del 2.007, la onda C el mínimo del
2.009, el máximo de onda D es el que está en curso, sin fecha ni precio cerrado por tanto, y el
mínimo de onda E y definitivo se produciría en el 2.022. En ese punto los mercados volverían a
acoplarse para reiniciar acompasados un nuevo ciclo alcista.
De los años 3 al 7 se han
concentrado estadísticamente las ganancias, mientras que las pérdidas lo han hecho del 8 al 2. A
pesar de ello no puede esperarse mucho del periodo actual dado su carácter correctivo. No hay
mercados alcistas sin inflación y el rendimiento de los principales bonos en mínimos históricos no
ofrece una perspectiva optimista. Si alguien permanece invertido en Bolsa durante toda su vida, sus
herederos descubrirán que ha conseguido mantener el poder adquisitivo de su patrimonio y obtener un
rendimiento moderado. Si se ha comprado cuando la palabra "pánico" aparece en titulares y vendido
cuando lo hace el término "euforia", el sujeto habrá conseguido enriquecerse. A largo plazo renta
variable e inflación son railes paralelos de la misma vía.
Al igual que siempre tuve
seguridad total en el desarrollo alcista descrito, un ciclo digno de libro de texto, donde pude
precisar a veces el día justo de giro, soy consciente que los periodos correctivos son más
complejos, especialmente éste donde hay tantos factores de distorsión artificial, y más cuando Wall
Street parece estar cerca de su techo con mucho tiempo por delante.A pesar de ello he querido
compartir estas reflexiones en las que he empleado un incontable número de horas durante muchos
años, pretendiendo que sirvan de complemento a sus propios planteamientos que son los fundamentales.
Pase lo que pase ahí fuera, la Bolsa tiene su dinámica propia, su estructura, comprenderla es la
clave. No se preocupen demasiado si se equivocan en el corto plazo, este es el mercado más difícil
que he vivido, pero también pasará.
Espero que para los que tengan la preparación suficiente
estas palabras sean mucho más que una simple lectura.
José Agustín López Selfa
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